Nos dijimos que la vida tiene ideas insuperables para la ficción.
Una tarde me escribe una amiga para que nos juntemos a tomar un café en la mañana, "si es que quieres escuchar problemas".
Ya sabía de lo que se venía el problema, claro está, no por un asunto de adivinación, si no por un tema de la transparencia total que algunas cosas tienen cuando uno es el que está afuera observando todo.
Nos sentamos y la miro a la espera de la confesión (desde joven adquirí el buen hábito de escuchar cuando, hastiada de los monólogos duales, de los que hablaré otra vez, hice un voto de silencio que duró algo así como cinco años).
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Encontré un condón en el bolsillo izquierdo del pantalón gris de mi marido.(Me pregunté si era necesario tanto detalle, pero callé)
Pensó un momento, en el silencio que le otorgué.
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Por suerte estaba abierto, pero no usado.
(¡Qué consuelo! Seguí callada esperando la continuación de su relato)
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Imagínate. Esto fue en la mañana, cuando iba a lavar la ropa, así que me tuve que aguantar todo el día hasta que mi marido llegara en la tarde, pero después del trabajo me llamó para decirme que se iba a tomar unas cervecitas con el jefe...
(¡Ajá! El jefe... pobre... y se la cree)
-...
y recién llegó a eso de las diez y yo tratando de disimular todo el día, por los niños, ya sabes, pero cuando llegó lo enfrenté.
Calló. Supongo que esperaba mi intervención.
- ¿Y qué pasó?
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Lo negó. Lo negó todo.(¿Con el condón en la mano?)
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Y yo, claro, me enfurecí. No grité y nada de eso, por los niños, pero estaba muy enojada y le seguí pidiendo explicaciones y él que no, que no, que no...- Y al final ¿lo reconoció?
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No esa noche. Imagina cómo dormí.(Así de enojada y ¿durmió con él? Yo no entiendo a algunas mujeres, la verdad)
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Pero en la mañana tampoco me dijo nada, pero me prometió que a la noche lo hablaríamos, así que lo esperé todo el día toda nerviosa, pero disimulando, por los niños... Al final llegó y hablamos. Igual yo ya gritaba, pero no dije nada grosero, para que mi hija no escuchara, al fin, igual sabe que los padres pelean...- ¿Y qué te dijo?
- Bueno, tú sabes el trabajo que él tiene, viaja mucho y tiene muchas cenas con clientes que vienen del extranjero que siempre que viene los sacan a conocer la ciudad...(Ya, ya, que me diga de una vez que van a cabarets...)
-... a distintos lugares, pero sobre todo en las noches, porque en el día trabajan, claro, y en las noches ¿a dónde los llevan? Bueno, yo sabía, no es que no sabía, a veces a cabarets, pero no siempre, claro, solo a veces...(Sí, claro, el trabajo... qué sacrificios hace uno)
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La cosa es que me contó que la otra noche fueron con uno de estos clientes a un cabaret y él los invitó con unas prostitutas, bueno no los invitó, casi que los obligó a ir con las prostitutas...(¡Dios! ¿no me digas que le creyó semejante disculpa? ¡Mi hijo miente mejor!)
-... además, me dijo, que él no había pagado nada, que todo era invitación del cliente, así que no gastó plata en eso...(¡No se lo puedo creer! ¡Qué amabilidad!)
- y que después de unos tragos, de bastantes tragos, en realidad, ya estaba medio borracho...(¡Nooo! Ésta me la contaba yo cuando tenía veinte años... la típica "borracho, no vale" En una ocasión otra amiga y yo (no teníamos 20 años, hay que decirlo) nos juntamos a tomar whiski en la casa bajo la ilusión, que alguien nos había creado, de que no tenía resaca. Empezamos con una proporción de una de whiski por nueve de agua mineral, pero con el paso de las horas terminó en la relación inversa y al final de la jornada una de nosotras, no puedo confesar cuál, se fue con el vecino a tener relaciones sexuales, un vecino petizo, gordito y con espinillas en la cara, lo que hace el alcohol. A los tres días, porque tres días nos duró la resaca en cama, tuvimos que confesar el hecho y consolarnos con el "total, borracha, no vale")
-... entonces se fue a un cuarto con la puta y, bueno, se puso el condón, pero me dijo que ahí...(justo ahí se arrepintió y no se acostó con la puta, no me digas)
-...le dio un poco de culpa y apenas la tocó, pero no se lo metió.Hizo un punto aparte tan evidente que tuve que comentar algo.
- ¿No le metió el pene?
- No, dice que no, y yo le creo, menos mal... no se lo metió, por eso el condón estaba abierto en su bolsillo, pero no usado, menos mal, menos mal...
***
Una semana despues me volví a encontrar con esta amiga, caminando con su cochecito y la guagua sonriente dentro de él, mientras ella va lánguida y resignada.
- Y ¿cómo andás?, le pregunto.
- Bien, bien. Le tengo que creer porque sino, ¿qué hago? Por suerte, la semana que viene llega mi tía y tendré algo que hacer...
La dejé yéndose con el cochecito. Estas son las cosas que me dan pavor, pensé, y me fui a tomar el café que, en esta ocasión le negué porque después de la charla de la otra vez, le pedí unas pastillas para adelgazar que no me quiso conseguir, así que doy por finalizada cualquier tipo de transacción con ella. Total sabemos que seguirá con su vida hasta que un día se despierte y se de cuenta de que ya no tiene hijos que criar ni marido al que cuidarle las camisas para las cenas de la noche.