sábado, 7 de julio de 2012

Gris


Me contaron que pintaron de gris la casa, las rejas y que ya no quedan las flores en el balcón.

Ya está.

Ahora vivo (vivimos) la angustia de encontrar una nueva casa.

El adiós debiera ser definitivo como la despedida en la estación de tren ¿te acuerdas? No hay vuelta atrás, no la hubo cuando me subí a ese vagón hacia Vigo y me alejé y crucé el continente, el cielo, el océano y los años. Y crucé los años hasta ahora. Allí (¿ a dónde?) quedaron los besos bajo la lluvia y el sabor a vino dulce al lado de río, allí los sueños, allí las manos desesperadas y jóvenes, allí todo lo vivido y lo desvanecido en la sustancia desconocida del tiempo y el espacio. Allí donde ya no los puedo tocar. Allí.