lunes, 19 de julio de 2010

País del orto

De pronto lo comprendí todo. Estaba iracunda. Sentía una humillación que empujaba a golpear sillas y mesas y gritar lo imbéciles que son todos, que bien se merecen el empresario que tienen por Presidente, sí, ustedes, no yo, porque yo ya no me siento parte de este país ni quiero volver, quédense en su mundillo de las apariencias, del clasismo y la competitividad, quédense con sus restoranes y cafés y bares discriminadores donde se admiten a los fumadores pero no a los niños, y con sus colegios de jornada completa, encierren a sus hijos es esas instituciones militarizadas desde las 8 de la mañana a las 5 de la tarde y sigan siendo los mismos ignorantes eficientes, los mismos chauvinistas de poca monta que quieren creer que le han ganado a alguien, son tan poca cosa, siempre atrás ¿no se dan cuenta? siempre atrás incluso de los pares, pequeña aldea de amargados, me quedo con la Cordillera de los Andes nevada y los mariscos y pescados del Pacífico, pero para eso no necesito ser de este país, ni vivir en este país, solo venir de vez en cuando, como turista ajena, a comer sola, porque aquí a los niños no se los admite en los restoranes porque se le da preferencia a los fumadores, así es. Lo peor de todo es que tendré sin problemas una legión contra mí, porque ya lo he discutido antes y aquí, este paísito a eso se la llama "libertad", pero claramente una libertad para unos, los fumadores, y no para otros. Otros, los niños y quienes los cuidamos y gozamos, no tenemos derecho a la libertad.

jueves, 1 de julio de 2010

Ramirez

Hace un año que está botado en la calle el auto de Ramirez. A nosotros en el barrio nos preocupa. No es que en esta ciudad uno no suela encontrarse con vehículos en descomposición al borde las de las veredas. Lo que nos preocupa es que sea el auto de Ramirez. La otra noche vimos a un sujeto, otro sujeto, no Ramirez, dormir en el auto. Mi mujer mi dijo, con razón, que peor hubiera sido que fuera Ramirez el que dormía en su auto abandonado. En realidad, el que nos preocupa es Ramirez, no su auto, aunque es una buena máquina, no está vieja, es un Volkswagen Gol que, si no estuviera botado en la calle, o si estuviera cuidado, se vería como nuevo. Lo que nos cuesta entender en el barrio es que Ramirez, un buen sujeto, casado con una extranjera, varios chicos (todavía no sabemos quién es de quién, pero a todos los trata como a sus hijos), un tipo más o menos simpático (no sabemos por qué detesta a don Juan, el verdulero, eso sí, o por qué siempre termina discutiendo con los taxistas, que lo echan del automóvil, o tampoco sabemos por qué esquiva, siempre que puede, a Bossi, el padre de la chiquita del 1039), bueno, que Ramirez deje de un día para otro su auto botado en la calle por un año entero. Supimos que, además, varias semanas estuvo bloqueando la bajada para minusválidos, lo que le ha costado también varias multas. Yo mismo, con Soto, escuchamos a la mujer, una mañana, al pasar, decirle a Ramirez "pero, hombre, mové ese auto de ahí, que te van a cobrar una infracción", "¡Qué me van a cobrar nada, si son los boludos del gas que lo corrieron para romper el pavimento!", "Ah, sí, claro, no le vayan a cobrar a Metrogas la infracción de tu auto..."

Pero no hizo nada. Ahí siguió el auto hasta que una tarde la mujer y los chicos lo empujaron algunos metros hasta dejar liberado el paso de peatones con su bajada para minusválidos. Se veía furiosa, la mujer. Ya había acumulado más de diez infracciones. Pobre Ramirez. No entendemos tanto desgano ¿no estará deprimido? Quizás deba a volver a la terapia que dejó hace cinco años. Porque pobre no se ve Ramirez. Tiene una buena chaqueta y un bolso de cuero de esos caros, además la casa es de las grandes, con patio y jardín y todo... Aunque nunca se sabe. No sabemos, pero nos preocupa en el barrio. Mi mujer, que para muchas cosas es una sabia, me dice que un día va a perder a la mujer y todo. Ahí si que se nos deprime el hombre, se viene abajo, pierde todo, es él el que termina durmiendo en el auto abandonado. Tal vez deberíamos quemarle el auto. Sí, eso pasa a veces, autos quemándose en la calle, nada fuera de lo común. Al menos logramos que cobre el seguro. Y que no pierda a su mujer por tanta desidia. Por ahí le hace un buen regalito con la plata del seguro.